La autoestima surge cuando miras hacia adentro y reconoces tu valor inherente.
En el mundo actual, es demasiado común buscar validación y autoestima de fuentes externas. Las redes sociales, televisión, expectativas sociales, presiones familiares y estándares comunitarios pueden bombardearte sobre qué es valioso y digno.
Al considerar la autoestima, instintivamente uno podría dedicarse a buscar logros o títulos universitarios. Podrías evaluar tu estatus financiero revisando tu balance en el banco, o podrías ponerle un alto valor a tu apariencia o estatus social.
Sin embargo, estos métodos de evaluar la autoestima pueden ser poco confiables y pasajeros. En el momento en que un logro significativo es ensombrecido por el título académico más alto de alguien de una universidad más prestigiosa o cuando tu estatus financiero sufre una pérdida debido a fluctuaciones del mercado de acciones, o cuando tu apariencia sufre de una erupción cutánea, sientes que la autoestima puede derrumbarse.
Esas instancias pueden llevar a que te sientas subestimado, creando conflicto interno, ansiedad y una sensación de vacío. Por lo tanto, es esencial cultivar un robusto sentido de autoestima que no dependa por completo de factores externos.
Construir la autoestima desde adentro
Hay otra forma de cultivar un sentido de valor que no se desestabiliza por los cambios en la vida. Este sentido de autoestima más sano permite libertad personal, paz mental y relaciones prósperas. Hay dos formas en las que se puede buscar un sentido de valor y el camino que escojas tiene implicancias enormes para tu calidad de vida. O buscas valoración desde adentro o desde afuera.
Cuando buscas valoración desde adentro y tomas consciencia de tu valor inherente, llegas a ser emocional y espiritualmente sano y fuerte. Eres invencible, confiando sólo en tu yo intrínseco para saber quién eres y qué clase de vida estás destinado a tener. Estás más enfocado y alineado con tu propósito y tu misión. En definitiva, te conviertes en un creador calmo y centrado de tu destino, viviendo en un mundo controlado por fuerzas internas y no por circunstancias externas.
Hay un Proverbio judío que encapsula bellamente este concepto: “Como una cara en el agua refleja la cara, así también el corazón del hombre refleja al hombre” (Proverbios 27:19). Este proverbio destaca la importancia de la autorreflexión, la consciencia de uno mismo y el camino interno para comprender tu verdadero valor y dignidad. Al mirar hacia adentro, realmente puedes ver y apreciar tus cualidades y fortalezas únicas, promoviendo un robusto y resiliente sentido de autoestima.
Cuando buscas valoración desde el exterior, dependes de las personas, de las cosas y de las circunstancias que te rodean para que te digan que eres valioso.
Cuando buscas valoración desde el exterior, dependes de las personas, de las cosas y de las circunstancias que te rodean para que te digan que eres valioso. Dependes de todo y de todos, esperando que ellos calmen tus luchas internas. Adoras a las personas, los objetos materiales y el éxito financiero como dioses falsos, esperando que ellos te provean el oxígeno que desesperadamente ansías.
Tal como necesitas oxígeno para sobrevivir, necesitas tener un sentido de tu propio valor. Tu supervivencia emocional y espiritual dependen de eso. Así como la calidad de oxígeno que respiras afecta directamente tu salud física, así también ocurre con la calidad de tu oxígeno espiritual y emocional. Cuando tu valor se basa en fuentes externas, tu fuente de oxígeno está contaminada y tiendes a sentirte enfermo. Confiar en recompensas externas como motivador te mantiene en dependencia de las personas a tu alrededor. Cuando puedes encontrar formas de derivar tu valor internamente, te sientes mejor contigo mismo y es mucho menos probable que busques relaciones sin sentido, que permanezcas en trabajos que odias o que actúes de formas que no reflejen quién eres realmente.
El judaísmo cree profundamente en el valor inherente de cada individuo, conectado a la naturaleza misma de tu creación. Cada persona es creada a imagen de Dios y su valor es intrínseco. Tu valor no es algo que tienes que ganarte o probar; está arraigado en ti desde el momento de tu nacimiento. Naces siendo valioso simplemente en virtud de tu existencia, por haber sido creado con precisión por Dios. Esta creencia promueve un fuerte sentimiento de autoestima, el cual debe ser nutrido y apreciado a lo largo de nuestras vidas
Nutrir tu valoración inherente
Una autoestima sana sienta las bases para la libertad personal, la paz mental y relaciones prosperas. Con una autoestima robusta, es menos probable que te sometas a las expectativas sociales, concediéndote la libertad personal necesaria para seguir por caminos que realmente te hacen sentirte realizado. Por ejemplo, alguien con un fuerte sentido de autoestima podría escoger un camino profesional que realmente le interesa, en vez de sentirse presionado a seguir una profesión tradicionalmente considerada exitosa. Esta confianza en uno mismo también brinda tranquilidad mental. Los individuos con una autoestima sana típicamente tienen menos ansiedad, porque confían en sus habilidades y están menos preocupados buscando validación externa.
En cuanto a las relaciones, un sólido sentido de autoestima a menudo cultiva conexiones más sanas y satisfactorias con los demás. Si te valoras a ti mismo, es más probable que también escojas pareja o amigos que te respeten y te valoren. Te vuelves menos tolerante a las conductas tóxicas y no tienes miedo de exigir respeto y amabilidad en tus relaciones. Por ejemplo, alguien con un fuerte sentido de autoestima podría estar más dispuesto a resolver directamente los conflictos en una relación, llevando a un entendimiento más profundo y un vínculo más fuerte con su pareja. En general, poseer un sentido sano de autoestima puede llevar a una vida más autentica, satisfactoria y pacífica.
En la tradición judía, este concepto de autoestima fue bellamente encapsulado en el texto de la Mishná, Pirkei Avot (Ética de nuestros padres), donde está escrito: “Ben Zoma dijo: ¿Quién es honorable? Aquel que honra a los otros seres humanos”. Esta enseñanza implica un profundo respeto por uno mismo y por los demás. Sugiere que tu valor no es definido por logros o posesiones externas, sino por el honor y la dignidad que le otorgas a otros.
Fuente:https://aishlatino.com/
 
                    
 
                 
                