Hemos vaciado las palabras de significado, pero ¿qué es amar?
“Nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19). Dios amándonos nos llenó de amor y nos enseñó a amar. Hemos vaciado las palabras de significado, pero ¿qué es amar? Amar es servir, es tener al otro como más importante, es dar la vida (1 Juan 4:7-12).
Educar es enseñar a amar, es el título del libro de Antonio Pérez Esclarín (pedagogo, escritor y formador de formadores) quien dice que el maestro debería sentirse muy orgulloso de serlo, pues es arquitecto de personas que continúa con la obra del Creador y Médico de corazones heridos, quien no trabaja con cosas, sino con vidas. El trabajo más noble es el de formar hombres y mujeres de bien. Jesús no dejó que lo proclamaban rey, que le dijeran ‘bueno’ o ‘padre’, pero sí dejó que lo llamaran Maestro o Rabí, porque ciertamente lo era y trabajó duro para enseñar el reino de Dios y para hacer de rudos hombres, discípulos del cielo.
Lo más importante que Jesús nos enseñó
Enseñó a amar. Y ¿qué es lo más importante para nosotros, como discipuladores? Lo mismo: enseñar a amar; hacer de nuestros discípulos hombres y mujeres que sepan amar.
Pero ¿cómo lo logró Jesús?
- Amándolos. Jesús creyó en ellos (Juan 13:1).
- Con su ejemplo. Les lavó los pies (Juan 13:12-17 y 34-35).
- Ensanchando el corazón para dar cabida al otro: “Tengo compasión de las multitudes”. Otro ejemplo es en el “Padre Nuestro”: no hay nada más secreto e íntimo que la oración, pues es a solas y en nuestro cuarto, sin embargo, en la oración Jesús nos enseñó a decir “Padre nuestro”, que no “Padre mío”. Y toda ella es en el plural de la primera persona y no en el singular.
- Y, finalmente, ¿Cómo les enseñó a amar Jesús? Entregando su vida por ellos (Juan 15:12-13 y 17).
¿Cómo lo haremos nosotros?
- Amemos a nuestros discípulos. El amor es muy poderoso. Sana, vence el hielo del desamor, el amor incluye, acepta al diferente… Debemos creer en la gente que Dios nos encomienda (1 Corintios 16:14).
- Seamos un ejemplo. Lavemos los pies en sentido figurado y, por qué no, también en el literal si somos movidos a ello.
- Enseñémosles a pensar en el otro, a tener compasión, a romper el egocentrismo.
- Es un entregar la vida como Él lo hizo: “Y vivan amando a los demás, siguiendo el ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros en sacrificio, como ofrenda de perfume agradable a Dios” (Efesios 5:1-2 NBV).
¿Qué debemos enseñar a amar?
- No está ordenado por orden de importancia. Enseñemos a amar…
- Amar la familia.
- Amar la Iglesia.
- Amar al prójimo, al diferente, al necesitado, al perdido.
- Amar a los mayores, honrando las canas.
- Amar la vida. Respetar al no nacido.
- Amar el servir. El gozarnos en el servicio.
- Amar el trabajo y la responsabilidad.
- Amar la Palabra. El libro más importante de nuestra vida. Nuestra norma de fe y de práctica.
- Amar la presencia de Dios y la oración. Los discípulos le dijeron a Jesús “Enséñanos a orar”.
- Ahora bien, sobre todas las cosas, enseñarles a amar a Jesús. Apocalipsis 2:4-5, denuncia que la iglesia de Éfeso había dejado su primer amor. Amar a Jesús debe ser nuestro primer y más importante amor.
¿Por qué amar?
Nadie ha hecho lo que Él ha hecho por nosotros. Nadie nos ha amado y ama tanto como Él. El arma más poderosa que tenemos como pastores o maestros es el amor
Bienaventurado en esta tierra y a la luz de la eternidad el siervo de Dios que ama y enseña a sus discípulos a amar.
Para finalizar os dejo con un poema que viene como anillo al dedo y que fue publicado por aquí anteriormente:
¡Ama!
¡Ama!
Ama mucho.
Ama con ganas
y ama con el alma.
Ama para que, al final de todo, digas:
“al menos amé”.
Ama a todos y ama siempre.
Ama, aunque te duela…
Hasta que te goces de amor.
Y si después de amar
aún te queda algo de fuerza,
sigue amando.
Amigo, haz conmigo esta oración:
¡Lléname de amor, Señor, por favor!
De otra forma no merece la pena vivir,
que todo otro camino que escojas transitar
será nada a la luz de la eternidad,
pues Él nos ha enseñado el más excelente,
para amar a cualquier gente
que se cruce en nuestro andar.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL – Soliloquios