En nombre del progreso, mutilar bebés se convirtió en negocio y bien de consumo
“ Hay una fortuna en el aborto, solo un giro de muñeca y has terminado. La población de la nación, no crecerá, si depende de ti. En el día, en la noche, hay siempre más trabajo que deshacer. ¡Oh hay una fortuna en el aborto!”[1]
Esta es una canción que el fallecido doctor Bernard Nathanson recuerda haber escuchado en sus primeros días de internado como médico. La tonada representa la triste realidad de las cuantiosas sumas de dinero que deja el lucrativo negocio del aborto. Nathanson realizó al menos 75.000 abortos hasta lo que él mismo llamó como “su conversión”. Todo esto en el marco del famoso caso Roe. Vs. Wade, la disputa legal mas importante sobre el aborto en EE.UU, en el 1973, año en que finalmente, la corte suprema aprobó dicha practica como un derecho constitucional.
La polémica película El grito silencioso estrenada en 2021[2], expone que el caso estuvo envuelto en trampas, pues con una exagerada cobertura mediática, el lobby abortista entregó cifras difíciles de verificar contando con gran apoyo de los medios de comunicación, además debe tenerse en cuenta que el testigo clave que permitió el falló a favor del aborto, Norma McCorvey, años después renegó de su pasado y se opuso a las prácticas abortistas, aunque debe mencionarse que hasta el día de su muerte, nunca se supo con certeza cuál era su real postura sobre el tema.
Pero lo que interesa en este artículo es exponer brevemente las raíces filosóficas de las prácticas abortistas actuales. Como he mencionado en un artículo anterior el concepto de selección natural acabó dominando las ciencias médicas en Europa y EE.UU. a través de la eugenesia, a finales de los siglos XIX y XX. Pues bien, aunque parece una idea ya en abandono, la de mejorar la raza y eliminar a quienes suponen un gasto económico innecesario para la población, esta continúa más vigente que nunca, esta vez ya no contra los pobres o los inadaptados, sino contra los bebés por nacer. Por supuesto, no podemos entender esta relación sin Margaret Sanger, la creadora de la clínica abortista más grande que ha existido.
Licencia sexual al costo que sea
Margaret Sanger tuvo una infancia rodeada de escasez y pobreza. Siendo parte de una numerosa familia en la que su propia madre tuvo siete abortos espontáneos, desde temprana edad despreció aquel sistema en que las mujeres no podían usar anticonceptivos para evitar traer a luz a tantos bebés, siendo la única salida posible, la abstinencia sexual. En sus primeros años como activista feminista se involucró en el movimiento del control de la natalidad para prevernir embarazos no deseados. Más tarde, en su experiencia como enfermera en las zonas más pobres de New York, notó por primera vez la relación entre la pobreza y la cantidad de bebés que nacían.
A pesar de los múltiples conflictos legales que enfrentó, en 1916 abre su primera clínica abortista en Brooklyn. Mientras esto acontecia, la eugenesia se posicionaba como la reina de las “ciencias”. Miles de esterilizaciones forzosas se realizaban en EEUU bajo el argumento de la pureza racial. Margaret como feminista, consideró que el control natal ayudaría a las mujeres a vivir su sexualidad libremente y como ciudadana Americana, en pleno apogeo de la eugenesia, notó que el aborto podía usarse además para evitar la reproducción de los inferiores, ya sea por condición racial, social o intelectual.
Bajo principios malthusianos[3]Sanger no dudó en sumarse entonces al movimiento eugenésico que imperaba en el momento. Trabó una íntima amistad con Havelock Ellis, el controvertido sexólogo quien fue vicepresidente de la Eugenics Education Society y que escribió: “El hombre superficialmente comprensivo lanza una moneda al mendigo; el hombre más profundamente comprensivo le construye una casa de beneficencia para que ya no necesite mendigar; pero quizás el más radicalmente comprensivo de todos es el que se las arregla para que no nazca el mendigo”[4]. Ellis apoyó activamente el movimiento feminista abortista del momento al considerarlo como progreso evolutivo.
Un legado racista
Las campañas de esterilización forzosa en plena lucha por la segregación racial en EEUU, encontraban a sus mejores victimas en los barrios mas pobres de esta nación, lleno de negros, indigentes e inmigrantres. La propia Margaret los consideraba desperdicio humano. Este crudo contexto explica mejor el gran recibimiento que tuvo las primeras prácticas abortistas; Ya no era cuestión de salud para la mujer, era un asunto filosófico y algunos vieron en estas prácticas, beneficios económicos a largo plazo, algo que no debiera sorprendernos pues la preocupación en torno a la sobrepoblación se hizo muy evidente en el ya desclasificado informe kissinger[5] de 1974, en el que se plantea el aborto como mejor herramienta para evitar este mal.
Los orígenes eugenésicos de las primeras prácticas abortistas en EE UU son innegables. La propia Margaret Sanger refiriendose al “proyecto negro” escribió: “No queremos que se corra la voz de que queremos exterminar a la población negra”[6] para ocultar el hecho de que deseaba también la eliminación de la población negra del país.
Margaret también se involucró con el grupo supremacista racial Ku Klux Klan. En 1926 participó en una reunión de mujeres para presentar los métodos de planificación familiar.[7] De manera que la América racista del siglo XX fue el escenario ideal para que ideas eugenésicas y abortistas tuvieran mayor aceptación moral, que en otras épocas de la historia.
Un imperio construido sobre la muerte
El crecimiento de la población que tanto preocupaba a Sanger, la llevó a fundar en el 1921 el American Birth Control League que buscaba medir el impacto de la sobrepoblación mundial. Años después dicha institución se fusiona con otra de sus organizaciones: Birth Control Clinical Research Bureau, que bajo el lema: “Control de la natalidad: crear una raza de pura sangre” que luego fue modificado, termina dando a luz a la clínica abortista más grande de EEUU: Planned Parenthood.
PPFA como también se le conoce, representa hoy un verdadero imperio de la muerte en EEUU, pues constituye el proveedor de abortos mas grande del mundo. En el año 2020 realizó 354.871 de ellos[8]. Miles de mujeres acuden diariamente a sus clínicas aldedor del mundo para practicarse abortos. Los abortos prácticados por PPFA ostentan los 334 000 al año que respresenta una cifra alarmante: el 38.15% de los abortos de ese país. Aunque la organización se ha esforzado en vano al insistir que su misión es proveer salud integral a la mujer y no exclusivamente abortos, las cifras demuestran lo contrario, pues algunos calculos rápidos permiten estimar que ahí se realizan por lo menos 972.24 abortos al día, es decir, 40 abortos cada hora[9]
La financiación de PPFA proviene de múltiples fuentes. Una de ellas son los impuestos de los estadounidenses. Este año el presidente Joe Biden ha mostrado su total apoyo a la compañía, pues ha subvencionado con 16 millones de dólares a la organización[10]. En el 2020 PPFA “recaudó 1.714.4 millones de dólares, que provenían tanto de los 383.460 abortos que realizaron tanto como de lo recibido de los contribuyentes estadounidenses (unos 600 millones del total)[11]
En España, el cuantioso negocio del aborto ha dejado 43 millones de euros de ingresos para los hospitales y las clínicas privadas[12] La ley Aido permite el aborto hasta las 14 semanas, los cuales son financiados con fondos públicos. Ignacio Arsuaga, presidente de Hazteoír.org, informa que “las empresas abortistas, reunidas en ACAI –Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción Voluntaria del Embarazo– tienen mucha influencia en el PSOE y parece ser que también en el PP. Financian movilizaciones y tratan de proteger un negocio muy lucrativo.”[13]
El aborto es el único producto en el mundo que no se puede conocer antes de consumirlo y es que muchas mujeres que se practican abortos no son informadas con precisión del riesgo físico y emocional de este procedimiento e incluso se oculta información respecto al feto o se usa lenguaje en clave, como bien lo testifica el doctor Nathanson en la película El grito silencioso, para invisibilizar la evidente vida del feto. En España, por ejemplo, la Fundación Madrina cuenta que “En las clínicas tienen instrucción de no enseñar las ecografías, quitan el sonido de los monitores para que no se oiga el latido cardiaco del feto… A no ser que las mujeres sean españolas y se lo exijan”[14]
Presas del sistema
A pesar de sus esfuerzos por modificar el lenguaje e insistir en que su objetivo es proveer salud para la mujer, lo cierto es que lo último por lo que se preocupa PPFA es por el bienestar de la mujer. A ella no pretende mostrársele una vía mejor que el aborto, a ella no se le brinda adecuadamente educación sexual que promueva la castidad y las relaciones sexuales dentro de un marco responsable, a ella no se le saca de contextos familiares o socioeconómicos dificiles en donde suele ser víctima de abuso, tampoco se le habla de los riesgos y daños posteriores después del aborto. No, para las clínicas abortistas el cuerpo femenino es un bien de consumo sumamente útil que sustenta el lucrativo negocio del aborto. La paradoja no tan paradójica, es que mientras se le brinda completa licencia sexual a la mujer lo que naturalmente termina en embarazos no deseados, al mismo tiempo se le anima enérgicamente a abortar. Este es un negocio redondo y cuando ella cree que es libre, en realidad es presa del sistema.
Por otro lado, PPFA no puede desligarse del todo de sus orígenes eugenésicos. Acusaciones recientes le acusan de que en EEUU “20 millones de bebés negros han sido abortados desde Roe v. Wade en 1973 y los bebés negros representan el 36% de los abortos, a pesar de que los estadounidenses negros sólo representan el 13,4% de la población. Sólo Planned Parenthood mata a 247 bebés negros al día, mientras que el 86% de los centros de aborto de Planned Parenthood se encuentran a poca distancia de barrios minoritarios”[15]. Lo que a ellos les recuerda las miles de esterilizaciones forzosas en Virginia de quien fueron víctimas principalmente los afroamericanos.
Hablar por los que no pueden
En nuestros días, el aborto representa un gran problema moral en nuestra sociedad. Albert Mohler explica que “El aborto se perfila como una gran cicatriz moral en la era moderna, un símbolo particular de la adopción de la cultura de la muerte”[16]. En New York, se aprobó un proyecto de ley que permite el aborto hasta las 24 semanas de embarazo, es decir, cuando el bebe está ya plenamente formado. Así mismo hay proyectos de leyes similares en Rhode Island, Virginia e Illinois. Sin embargo, no todo está perdido. En Georgia se aprobó el proyecto de ley del latido fetal, lo que implica que los médicos no pueden realizar un aborto si pueden detectar el sonido de un bebé en el vientre materno. La decisión provocó una ola de críticas y amenazas a Brian Kemp, el gobernador de ese estado, por parte de numerosas celebridades de Hollywood.
Los sacrificios a Moloch no han cesado, las madres ya no arrojan a sus bebés al fuego para ser devorados por las llamas, pero con herramientas más sofisticadas que una sociedad progresista puede permitirse, millones de vidas son literalmente mutiladas y arrancadas dentro del lugar más seguro que se supone debería ser el propio vientre materno. Al pueblo de Israel se le demandó una vez “procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz”. (Jr. 29:7 )
Las grandes batallas culturales que se han librado a lo largo de la historia, no son meras discusiones políticas y moralistas. Hay algo profundamente espiritual en defender la dignidad humana de los hombres y mujeres creados a imagen y semejanza de Dios. En el siglo XIX cuando se libró la batalla contra la esclavitud, multitudes de cristianos entendieron que la vida humana es increíblemente valiosa ante los ojos de Dios, pues representa la obra creativa de las manos de sus manos. Los esclavos del siglo XIX por lo menos podían manifestarse, los bebés en los vientres próximos a ser abortados no pueden hacerlo.
No podemos hacernos a un lado mientras las tinieblas avanzan a nuestro alrededor, debemos proclamar el evangelio ahora más que nunca y ser heraldos de la verdad, pues la maldad no debe ser tolerada. Tampoco podemos anestesiar nuestros corazones con la ignorancia y la desinformación sobre estos temas, solo porque no nos afecta directamente. La indiferencia nos hace menos compasivos.
Podemos convertirnos en divulgadores de la verdad a través de los distintos medios de comunicación. Podemos mostrar a mujeres dispuestas a hacerse un aborto, que en realidad ellas no son libres, que en realidad son esclavas del sistema que se aprovecha de su constitución biologica para sus propios fines. Podemos defender a los bebés por nacer, pues es Dios quien entreteje la vida en el vientre materno y por último, podemos tener plena confianza en que el Dios de justicia un día no muy lejano, hablará a favor de todas esas vidas humanas que no pudieron nacer.
—————————
Notas
[1] https://www.nationalrighttolifenews.org/2015/04/dr-bernard-nathanson-and-the-abortion-song/
[2] Ver película, El grito silencioso: El caso Roe v. Wade (2021) y también el documental gratuito en
[3] Thomas Malthus fue un influyente economista británico que elaboró la teoría de que en el futuro, la sobrepoblación mundial provocaría hambruna y muerte y que por lo tanto debía limitarse el número de nacimientos. Charles Darwin fue uno de los más influenciados por sus escritos.
[4]_Ellis The Task of Social Hygiene.
[6] Carta dirigida al doctor Gamble en 1939
[9]Desmintiendo a Planned Parenthood
[16] La tormenta que se avecina, Pág.39.
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL – Periodico UNO