NEUROLINK IMPLANTA UN MICROCHIP EN EL CEREBRO DE UN SER HUMANO

El objetivo de la empresa de Elon Musk es conectar cerebros humanos a computadores y “leer” el pensamiento

El multimillonario tecnológico Elon Musk anunció que su empresa Neuralink por primera vez ha implantado con éxito uno de sus chips cerebrales inalámbricos en el cerebro de un ser humano vivo. En los primeros resultados se detectaron picos neuronales o impulsos nerviosos y el paciente se está recuperando bien, señaló.

En mayo, la FDA autorizó a la empresa de Musk probar el chip en seres humanos, un hito fundamental después de las dificultades que había tenido para obtener la aprobación.

Esto dio luz verde para iniciar el estudio, de seis años de duración, en el que se utiliza un robot para insertar quirúrgicamente 64 hilos flexibles, más finos que un cabello humano, en una parte del cerebro que controla la «intención de movimiento», según Neuralink.

El objetivo de Neuralink es conectar cerebros humanos a computadores. En una publicación en X, la red social de la que es propietario Musk y que antes se conocía como Twitter, dijo que el primer producto de Neuralink se llamará Telepathy.

Según Musk, Telepathy permitirá «controlar el teléfono o el computador, y a través de ellos casi cualquier dispositivo, con sólo pensar». Claro que la gran pregunta es qué pasaría si se invierte el orden y es el computador (o el que lo maneje) quien controla al cerebro humano.

Un “humano biónico”

La meta es ayudar a tratar afecciones neurológicas complejas, dice la misma empresa. Varias empresas competidoras ya han implantado dispositivos similares. Los dispositivos existentes también han dado resultados. En dos estudios científicos recientes realizados en Estados Unidos, se utilizaron implantes para monitorear la actividad cerebral cuando una persona pensaba en intentar hablar, la cual luego podía descodificarse para ayudarla a comunicarse. La contrapartida es que se abren las puertas a poder “leer” los pensamientos de las personas.

La empresa afirma que este implante experimental -alimentado por una batería que puede cargarse de forma inalámbrica- registre y transmita señales cerebrales también de forma inalámbrica a una aplicación que decodifica cómo pretende moverse la persona.

«Los primeros usuarios serán personas que hayan perdido la funcionalidad de sus extremidades», añadió. «Imagínese que Stephen Hawking pudiera comunicarse más rápido que un mecanógrafo o un subastador. Ese es el objetivo», agregó, haciendo referencia al fallecido científico británico que padecía de enfermedad motoneuronal.

Álgida competencia

Aunque la participación de Musk le da notoriedad a Neuralink, se enfrenta a rivales que tienen un historial que en algunos casos se remonta a hace dos décadas.

Por ejemplo, Blackrock Neurotech, con sede en Utah, EE.UU., implantó su primera de muchas interfaces cerebro-computador en 2004. Precision Neuroscience, creada por un cofundador de Neuralink, también pretende ayudar a personas con parálisis.

Su implante se asemeja a un trozo muy fino de cinta adhesiva que se coloca en la superficie del cerebro y puede implantarse a través de un «microcorte craneal», lo que, según afirma la empresa, es un procedimiento mucho más sencillo.

En enero, la empresa Stentrode informaba que cuatro pacientes de ELA se habían pasado un año controlando un ordenador mediante una interfaz cerebro-máquina o BCI de forma segura, sin evidencias de deterioro.

Ese mismo mes, científicos de la Universidad de Stanford consiguieron que un paciente de ELA que había perdido la capacidad de hablar transcribiera sus pensamientos a texto mediante otra BCI a 62 palabras por minuto. 

En marzo, un equipo de la Universidad de Texas lograba leer el pensamiento de una persona sin necesidad siquiera de implantes cerebrales. En agosto era otra BCI, esta vez desarrollada por las universidades de Stanford, San Francisco y Berkeley, los que lograban que otro paciente de ELA lograra hablar con mayor rapidez, precisión y vocabulario que los sistemas anteriores.

En noviembre, un equipo en el que participaba el neuroingeniero español Eduardo Martín Moraud lograba hacer caminar a un paciente de párkinson gracias a un dispositivo que conectaba su cerebro con la médula espinal, sin necesidad de electroestimulación ni de inyecciones de dopamina.

A pocos días de que finalizara el año, de nuevo en la Universidad de Stanford, consiguieron que cinco pacientes con secuelas neurológicas graves recuperaran su capacidad de memoria mediante dispositivos implantados en su cerebro.

Estos son solo ejemplos de lo logrado en un solo año (no han sido los primeros hitos de este tipo) y se diferencian del anuncio de Musk en que se dirigen a un objetivo específico, han demostrado su eficacia y publicaron sus resultados en revistas científicas.

Neuroderechos

Quedan por delante retos profundos, los que implican a los llamados neuroderechos, es decir, la capacidad de una persona de tomar decisiones de forma libre o autónoma, de conservar su intimidad y su identidad.

«Esta tecnología coquetea peligrosamente con cuestiones tan importantes como la identidad personal, la privacidad mental y la capacidad autónoma del paciente para decidir su libre albedrío» dice el experto Ezpeleta, que advierte de la distinta velocidad a la que se mueven el desarrollo tecnológico, por un lado, y «la investigación clínica, las cuestiones bioéticas que deben respetarse y otros conceptos básicos en neurología clínica que tendremos que adoptar a su debido tiempo».

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITA

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